Viajar por Europa puede resultar económicamente accesible en la actualidad. La proliferación de aerolíneas de bajo coste ha democratizado los desplazamientos dentro del continente, ofreciendo tarifas de vuelo extremadamente asequibles. No es inusual encontrar rutas entre las principales ciudades europeas por menos de 50 dólares, e incluso, si se viaja en días laborables o fuera de la temporada alta, los precios pueden descender hasta los 10 dólares.

Esta opción de viaje económico ha permitido que los europeos tradicionalmente se desplacen con frecuencia, ya que es posible recorrer largas distancias a precios muy razonables. Sin embargo, este panorama podría estar experimentando un cambio significativo. ¿Se encuentran en peligro los vuelos económicos en Europa? Según el gobierno francés, la respuesta es un rotundo sí.

El Ministro de Transporte de Francia, Clément Beaune, ha anunciado la intención de establecer un precio mínimo para los boletos de avión, lo que podría poner fin a la existencia de vuelos de bajo coste. Beaune justifica esta medida argumentando que en tiempos de crisis ambiental ya no tiene sentido permitir la adquisición de billetes por tan solo 10 dólares.

La propuesta de las autoridades francesas es que esta medida se extienda a toda la Unión Europea, con los 27 países miembros aplicándola de manera conjunta. El objetivo principal sería reducir las emisiones de gases contaminantes a la atmósfera, contribuyendo así a la lucha contra el cambio climático. No obstante, a pesar de sus potenciales beneficios para el medio ambiente, esta iniciativa también plantea preocupaciones relacionadas con la equidad.

Precisamente los precios accesibles de los billetes permiten que personas con recursos limitados puedan viajar. Establecer una tarifa mínima haría que los costos resultaran inasequibles para muchas de ellas. Por otro lado, aquellos que disponen de mayores recursos simplemente absorberán el nuevo precio y mantendrán sus viajes, lo que convertiría esta medida en una carga más pesada para las personas con menos recursos en la sociedad.

Como alternativa, cabe mencionar que en mayo pasado, Francia implementó una ley que contempla la eliminación de los vuelos domésticos, que son más contaminantes, reemplazándolos por viajes en tren. Sin embargo, esta transición solo es viable si el trayecto se realiza en menos de 2 horas y media y permite la ida y vuelta en el mismo día, con un tiempo suficiente de estancia en el destino. Esto significa que el viaje debe ser factible para realizar en una sola jornada.

Un informe reciente de Greenpeace revela que viajar en tren suele costar entre dos y cuatro veces más que hacer el mismo recorrido en avión. Analizando 112 rutas europeas, se encontró que en siete de cada diez casos resulta mucho más económico optar por el transporte aéreo.

A medida que los países continúan luchando contra el cambio climático, parece evidente que las sociedades enfrentarán costos más altos en sus desplazamientos. Aún queda por verse si la propuesta de Francia se llevará a cabo o no, pero ya anticipa una potencial transformación en la forma de viajar en el futuro.